martes, 10 de enero de 2012

Nuevamente acerca del PO y la "inseguridad"

Reproducimos la nota de LVO del jueves 8 de diciembre del 2011 donde continùa la polèmica con el PO. Esta vez en debate con su articulo/respuesta publicado en su prensa, ver en este link


Por Emiliano 

En Prensa Obrera 1205, el dirigente Martín Correa responde a la nota que publicamos en LVO 454 criticando su participación en la marcha para exigir “más seguridad”, organizada por los familiares de Ivan Senneke en Tucumán. La nota de Correa comienza dando una serie de definiciones que condensan el contenido de la polémica: “fue una marcha contra el poder político, que es responsable de las condiciones sociales que fomentan el delito contra las personas y que protege a la delincuencia por medio de los aparatos de seguridad”. Acto seguido se ataja aclarando que el PO no apoya los paros policiales (aunque para ser más precisos, en la nota criticamos “su persistente ambigüedad frente a los reaccionarios paros policiales”) para luego plantear que el PTS, al no participar de esta “marcha multitudinaria”, pecaría de “impotencia programática y abstencionismo frente a un campo de lucha política contra los aparatos represivos”.
Lo cierto es que en este punto, más que “impotencia programática”, lo que hay es una verdadera divergencia tanto de programa como de estrategia. Y creemos que en lo que se refiere al aparato represivo del Estado no puede haber ambigüedades.
En este sentido, aunque el PO ha pasado de plantear la “reestructuración total de la Policía, con el cambio de las cúpulas y el nombramiento de nuevos agentes capacitados para servir a la comunidad (…)” a plantear ahora el desmantelamiento del aparato represivo, el programa del PO no abandona las ambigüedades, porque inmediatamente agregan la destitución de las cúpulas policiales, la conformación de una fuerza de seguridad ciudadana bajo control de organismos sociales y de DDHH, y el control ciudadano de los libros de guardia y partes diarios de las comisarías (1).
Todas estas medidas que parecen democrático-radicales, en realidad no tienen nada de democráticas porque al tratarse de la policía, la fuerza represiva del Estado que garantiza el “orden social” en este sistema de explotación y miseria, no hay reforma que la haga democrática. Estas medidas “democratizantes” ni siquiera se enmarcan dentro de una estrategia más general de enfrentamiento de la clase obrera contra las instituciones represivas del Estado burgués. Por el contrario, todo su contenido se reduce a la democratización, vía control ciudadano, del aparato represivo. No deja de llamar la atención que los compañeros del PO, con tanta naturalidad, tomen prestado del arsenal jurídico burgués formulaciones como “delito contra las personas”, que por más denuncia de la complicidad del aparato policial y del poder político que haya, no deja de ser un planteo que empalma con los reclamos de más seguridad y militarización de la pobreza. Ya en 2007, en plena campaña electoral, el PO lanzó en Tucumán su campaña “No a la miseria social y a la inseguridad ciudadana” en un verdadero coqueteo oportunista con las clases medias que vienen exigiendo una política contra la “inseguridad”.
La ambigüedad del PO también se refleja en su programa frente a los paros policiales por aumento de salario, donde plantean entre otras cosas el aumento salarial y el escalafón único porque "los adicionales son funcionales a la privatización de la seguridad estatal y sirven para la explotación de los escalones inferiores por los superiores” (2). No consta en ningún lado que el PO se haya pronunciado en contra de apoyar el paro policial en Tucumán. En la única nota que hace referencia al acuartelamiento de 2009, prefieren no pronunciarse y mantener la ambigüedad.
De esta manera el PO entra al “campo de lucha política contra los aparatos represivos”. abandonando toda perspectiva de clase bajo un programa contra la “inseguridad ciudadana” que lo ha llevado a confluir una y otra vez en las marchas reaccionarias de la inseguridad. El fetichismo del PO respecto de las "movilizaciones masivas" sin importar el contenido de las mismas, y el programa reformista que levanta frente el aparato represivo revelan en el fondo la ausencia mas general de una estrategia clara para derrotar al Estado burgués.
Los socialistas revolucionarios denunciamos la complicidad del aparato represivo del Estado y del poder político en las redes de trata y prostitución, el narcotráfico y el juego, luchamos contra el gatillo fácil y la militarización de los barrios pobres, y planteamos la disolución del aparato represivo del Estado, pero no en la perspectiva de garantizar la "seguridad ciudadana" sino de derrotar al Estado de los capitalistas. Nos preparamos para enfrentamientos mayores entre la clase obrera y las fuerzas represivas y bandas parapoliciales. Por eso es necesario sacar las lecciones del último gran ascenso de la clase obrera que se cerró con la dictadura genocida, y ser sumamente claros a este respecto. No hay manera de "desmantelar el aparato represivo" vía medidas democratizantes. Sólo la movilización revolucionaria de la clase obrera y el pueblo, poniendo en pie sus propias milicias de autodefensa, podrá quebrar el poder represivo del Estado abriendo el camino a la revolución socialista.
(1) Ver PO 1118: “Tucumán: gran jornada de organización y lucha contra la impunidad”.
(2) Ya hemos polemizado en ocasión del apoyo del PO a los paros policiales de Salta y Santa Cruz. Ver LVO 314, “Huelga policial salteña: el PO por la reforma policial?”.

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