lunes, 19 de marzo de 2012

Liliana Parotti: Mujer que le crecieron las ideas

En el día de ayer, falleció nuestra compañera Liliana Parotti. Sus ojos se cerraron después de padecer durante cinco meses un cáncer terminal. Hoy por la mañana, en Carlos Calvo casi esquina Combate de los Pozos, en la Ciudad de Buenos Aires, sus compañeros y compañeras del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS), en el que ella militaba desde hacía diez años, le hicimos un homenaje de lucha.
¡Qué mejor manera de despedir a Liliana que con la presencia de Celia Martínez, obrera de la textil Brukman, una de las protagonistas fundamentales del movimiento de fábricas recuperadas que allá por el 2001 nos dieron una cachetada a miles de jóvenes que nos despertamos viendo que las fábricas se pueden poner a producir sin patrones! Que nos dijeron, nada más, ni nada menos, que “si podemos manejar una fábrica podemos manejar un país”. Mientras en las universidades, sí en la facultad “progre” de Sociales de la UBA, retumbaban en nuestros oídos las palabras de reconocidos docentes (muchos de ellos setentistas) diciendo que la clase obrera no existía, que asistíamos a tiempos del “fin de la historia y del proletariado”, mientras sectores de la izquierda hablaban de “nuevos sujetos”, las trabajadoras de Brukman decían presente retomando las mejores tradiciones del movimiento obrero. Y allí, hoy, estaba Celia, conmovida, despidiendo a Liliana. Leonor, Jury, Delicia, con una carta de la asamblea de trabajadores y trabajadoras de Brukman que con cariño y respeto, nos devolvía a los presentes una parte importante de lo que Lili había construido: un reconocimiento enorme en un sector de la clase obrera que fue vanguardia en enfrentar la crisis del 2001, las obreras, mujeres, textiles de Brukman. No faltó el cálido saludo de Raúl Godoy, dirigente del PTS y de la ex cerámica Zanon, enviado desde las tierras neuquinas, y de Ivana Dal Bianco, del CEPRODH, compañera de nuestro fallecido y querido Polo. Se hicieron presentes también compañeros de la dirección nacional del PO y de Izquierda Socialista, y por la dirección del PTS hablaron Guillo Pistonesi y Christian Castillo.
Quienes trabaron una amistad con ella nos cuentan que la madre de Lili había sido una obrera textil muy explotada y que a pesar de las dificultades Lili logró estudiar y recibirse de contadora. Y claro, para quienes, como yo, no la conocimos tanto, ahora se entiende más su talante firme, pero afectuoso, tenaz y persistente, sensible, como quien vivió el sufrimiento de cerca y sabe, siente, ponerse en el lugar de los demás.
Lili encontró su lugar en el mundo, dijo Norberto, su compañero de vida y el padre de sus dos hijos, en alusión a su militancia en el PTS, a su militancia revolucionaria. Sí, a los 48 años Lili encontró su lugar en el mundo. Y entregó lo mejor de sí a la causa de la revolución socialista.
Murió a los 58 años. Y aunque a esta altura del siglo XXI era joven para morir, su vitalidad no era etaria. A su vitalidad la abonaban las fuertes convicciones. Quizá el motor inicial, o uno de ellos, haya sido que no haya más mujeres explotadas como su mamá, pero la experiencia de las jornadas revolucionarias del 2001 en Argentina la llevaron a la lucha consciente por la revolución socialista. Liliana fue una mujer a la que le “crecieron las ideas”. Una revolucionaria.
Para nosotros, sus compañeros/as, Lili en un gran ejemplo de abnegación y compromiso. Pese a su terrible enfermedad “no abandonó su puesto de lucha ni por un solo instante”.Es cierto que las ideas por las que luchó están cada vez más vigentes. Pero a las ideas las defienden personas de carne y hueso. Por eso hoy estamos tristes por su pérdida, pero nos comprometemos, ante su recuerdo, a mantener más viva que nunca su lucha por construir ese gran partido revolucionario mundial que acabe de raíz con este sistema opresión y explotación.
Durante el acto oímos algunas de las palabras de León Trotsky en una carta dedicada al bolchevique georgiano Kote Tsintsadze luego de su muerte, que quiero compartir: "Tsintsadze fue la viva negación del arribismo político, es decir, de la tendencia a sacrificar los principios, ideas y objetivos de la causa a los fines personales. Eso de ninguna manera se contrapone con la sana ambición revolucionaria. No, la ambición política cumple un gran papel en la lucha. Pero revolucionario es aquel que subordina totalmente su ambición personal al gran ideal, aquel que se somete y se hace parte de él. Durante toda su vida y en el momento de su muerte Tsintsad­ze repudió sin misericordia el coqueteo con las ideas y la actitud diletante hacia éstas por ventajas personales. Su ambición fue la inconmovible lealtad revolucionaria. Que sirva de lección para la juventud proletaria”En esa misma carta, Trotsky dice: “Es necesario enseñar a la juventud no sólo con fórmulas teóricas sino también con ejemplos de tenacidad revolucionaria”. Lili fue, es, y será, uno de esos ejemplos de tenacidad revolucionaria de los que hay tanto que aprender.

María Chaves, Pan y Rosas
16 de marzo de 2012

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