jueves, 19 de abril de 2012

“Un paso adelante”, aunque no sepamos hacia donde (un debate con la posición de La Mella-COMPA por YPF)


Hoy el post lo hace Octavio Crivaro
Julio Antonio Mella sobre “los problemas populares”: “la única forma resolverlos de veras es mediante la conquista de nuestras riquezas, independencia y soberanía, que hoy detentan los banqueros de Wall Street y los políticos de Washington. El pueblo cubano nunca ha sido libre. Ayer fuimos colonia del imperio español. Ahora somos semicolonia del imperialismo yanqui”.
 
La medida de expropiar acciones para que el estado pase a controlar “la mitad más uno” de YPF fue presentada como una gran gesta por periodistas y blogueros. A priori, las reacciones del saqueador y liquidador de reservas energéticas, Brufau de Repsol, así como del derechista gobierno del Partido Popular de Rajoy, avalarían esta versión. En honor a la verdad Repsol hizo tal pingüe negocio, que reacciona como lo haría cualquiera que fuese dueño de la “gallina de los huevos de oro”, y alguien quisiera arrebatarle una pata-muslo de la misma: se quejaría, amenazaría, patalearía. Eso hizo Brufau, y con el tórrido contorno de la crisis europea, que tiene a la clase trabajadora española como una de sus víctimas, y a los “amigos” del PP, a especuladores como Repsol como sus responsables, todo cobra un halo más dramático.
Ya no quedaban dudas del carácter incondicionalmente burgués del PSOE encabezado por Rubalcaba, pero por las dudas el “PSOE y sus traidores”, como dice la canción de La Polla Records, los amigachos de Binner y Bonfatti, trotaron a rendir pleitesía a los lúmpenes de Repsol. Binner, fiel a la tradición de socialismo oligárquico y pro imperista fundada por Juan B. Justo, y de acuerdo con su rol de sparring de Clarín, atacó la medida antes que se haga carne y retrocedió en chancletas para terminar festejando. La pelea entre el kirchnerismo y la oposición no es por quién es más duro con el imperialismo, sino por ver quién es funcional.
Lo de Macri, en ese sentido, no merece más que una referencia: fue un acto enteramente estético de mostrarse más potable, una versión más pro imperialista y más pro empresarial que la que ya sojuzga a los trabajadores con el kirchnerismo, sazonado en el caso macrista con un cómico discurso sobre “la felicidad de los argentinos”, pronunciado por alguien que no conoce qué es la felicidad y sabe menos quienes son esos que se llaman argentinos.
No queremos detenernos acá, sin embargo. Los límites de la medida, la han tomado compañeros en posts acáacá acá, y también Christian Castillo acá, donde evidencia que Repsol giró U$S 14 mil millones mientras vació y desinvirtió la empresa. Particularmente nos resultó fundamentado y contundente el post de Esteban de Punto de Desequilibrio ya que explica lo que es quizá el quid de la cuestión: no solamente denuncia el límite de no expropiar sin pago el conjunto del paquete accionario para que lo administren los trabajadores, sino que explica que sin nacionalizar el conjunto del circuito hidrocarburífero argentino, empresas yanquis incluidas, ni el problema del déficit energético ni ningún otro puede ser superado, y hace dependiente a YPF de empresas como Exxon o capitales chinos.
¿Es una “estafa” o un paso adelante?
Contrariamente a la declaración del EDI firmada por uno de los dirigentes de La Mella, Martín Ogando, que sostiene (antes del anuncio) que “hay que prestar mucha atención a la eventualidad de otra estafa, a través de alguna recompra de la compañía con fondos públicos, que terminaría siendo funcional a otros negocios privados”, La Juventud Rebelde ( Mella, en La COMPA) se apresuró a considerar “un paso adelante” la medida. Todo lo contrario a “una estafa”.
Al escuchar la elocuente denuncia del propio Axel Kiciloff en el Congreso, hecha irónicamente en nombre del gobierno que avaló el vaciamiento y que lo consagró con la “nacionalización” trucha de los Eskenazy, lejos de verse como un castigo la expropiación de acciones, parece un premio que se les sostenga un cuarto del paquete accionario a especuladores como Repsol. La expropiaciòn del 51%, frente a un déficit energético que aumenta año a año, fue la vía que tuvo el kirchnerismo de hacer un hecho político, aumentar la participación estatal, pero evitando la obvia, la necesaria estatización genuina de YPF, al 100%, incondicional y sin paga.
Los compañeros afirman que en “la perspectiva de recuperar la soberanía nacional sobre los recursos y el autoabastecimiento energético”,esto es un avance y que, “cuanto mejor, mejor”. Caen, sin embargo, en un análisis “cuantitativo” de la medida, una definición formal: “51% es 51% mejor que 0% de participación, entonces como antes estábamos peor, apoyamos esta medida del gobierno”.
Así, omiten mencionar 1) que el gobierno se niega a estatizar el 100% de la empresa y que el 51% es un techo, por lo que “la soberanìa energética está vedada”; 2) que menos que menos se propone estatizar el 100% del petróleo y el gas, e incluso no es descartable que entren nuevos inversores, porque no es una “nacionalizaciòn” como la propia Cristina enfatizó; 3) que se pagará a los parásitos de REPSOL con plata de la ANSES, es decir de jubilados y Asignaciones Familiares; y 4) que fundamentalmente, mientras el conjunto de la producción y estracción esté en manos privadas e imperialistas, la “soberanía” está imposibilitada. ¿Cuál es entonces el paso adelante?
Nuestra crítica no es “dogmática” o porque no se ajuste la medida K a los textos canónicos del trotskismo. De hecho, es sabido que Trotsky apoyó, defendiendo la independencia política, la nacionalización que hizo Lázaro Cárdenas de los hidrocarburos mexicanos en 1938, medida estructural que mereció un profundo rechazo del imperialismo inglés y de conjunto. Nuestra política no es la de Trotsky, fundamentalmente porque la estatización con paga del 51% de Cristina, ni llega a compararse con la política del nacionalismo burgués cardenista. Los compañeros de La Mella embellecen una política que se planteará como un giro a izquierda de un gobierno que viene en un pronunciado viraje a derecha, pero que de nacionalista no tiene ni la etiqueta.
Los fundamentos con los que apoyan esta medida porque creen que “arrima el bochín” al objetivo final, la soberanía energética, sin considerar la propia naturaleza de la medida que es antiestatizadora, responde a una lógica: la Mella, y la COMPA en general, oscilan en tener políticas de una corriente independiente pero “de izquierda, a surfear en las olas que el kirchnerismo genera las (cada vez menos veces) que la crisis de iniciativa, empantanamiento o derechización, lo obiga a tener iniciativas a la izquierda de su rumbo general. En esta ocasión, tratan de recuperar inciativa luego de la masacre de Once, de las concecuencias del espionaje develado en el Proyecto X, o la crisis abierta por la podrida interna empresarial que involucra a las gráficas Ciccone y Boldt, y a Boudou y Clarín. Cuando eso sucede, la llamada izquierda independiente, más allá, de sus intenciones, queda objetivamente ubicada como paladín de un “kirchnerismo consecuente y hasta el final”, lo que no tiene que ver con una postura independiente, ni menos con una ubicación de izquierda.
Es lo que vemos en la ubicación de estas corrientes frente a los juicios a genocidas, donde desde el PTS participamos con fuerza y dedicación en cada uno donde pudimos. Su reconocimiento a supuestos méritos del kirchnerismo contrasta con la falta de una denuncia clave, la de que el kirchnerismo planificó una agenda de juicios a cuentagotas, con el boicot estatal a aportar información y archivos que aceleren, y con el explícito objetivo de reconstruir fuerzas de seguridad y un estado en crisis desde el 2001. Lo que nosotros llamamos gobierno de desvío y “restauración”, a veces los compañeros parecen verlo como un gobierno en disputa, aun indefinido.
En su declaración hacia el 24 de marzo la Juventud Rebelde lo expresó con maestría: si Cristina se propone encarar una agenda “transformadora” estaremos para apoyar ese rumbo. Los compañeros defienden esta política explicando que es un diálogo retórico con el kirchnerismo y los compañeros que lo apoyan, pero esta posición demuestra permanentes concesiones inexplicables al kirchnerismo, cuya “agenda de izquierda”, es algo más que limitada: es una fase en su lógica bonapartista, que anuncia y se complementa con giros a derecha, procesamientos, ataques a trabajadores. No por nada atacó a los choferes de la 60 en el mismísimo momento en que anunciaba su “gesta petrolera”. Pero acá se ve que, a pesar de la esperanza de la Juventud Rebelde, Cristina ni siquiera se propone liquidar una medida que Menem hizo y que ningún otro país se animó a tanto en los 90s: privatizar los hidrocarburos, lo que barre cualquier tipo de soberanía nacional. Una nación sin control de su combustible “no funciona”. Y con el control del 51% del 30% del mercado (porción que controla REPSOL), tampoco compañeros
Lejos de toda chicana o burla propia de medios estudiantiles, vemos en la lógica con la que miden al kirchnerismo la explicación de que reconocidos dirigentes de estas corrientes se pasen a militar al gobierno. Cuando militan, junto a nosotros, por causas progresivas y antigubernamentales, los compañeros sostienen posiciones de izquierda e independientes (en el buen sentido); cuando palpitan con los manotazos a izquierda del gobierno, pareciera que solo los separa del atril gubernamental un paso, un 49% de YPF, algunos juicios más, un poco más de AUH, apenas un paso. Pero no un rechazo celoso y anticapitalista de un gobierno antiobrero y antiizquierda desde la A (nació de las entrañas del menemismo y el duhaldismo) hasta la Z (es represor de jóvenes, militantes, sin techo y sin tierra, y defensor de intereses empresarios).
La izquierda que lucha, históricamente, por una YPF 100% estatal, sin pagar a los “expropiadores” privatizadores, y bajo control estatal, no debería apoyar la medida kirchnerista, que se opone a esta demanda y no debería ceder a cantos de sirena gubernamentales, pocos y desafinado

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